Cada cultura tiene sus tradiciones propias, y en cuanto conocemos a una persona que proviene de algo más lejos de lo esperado, son esas costumbres casi inherentes las que primero llaman la atención. En Portugal, esta vez, he tenido el honor y placer de asistir a una gran ceremonia: la de la preparación del café turco. ¿Y cuál es la sorpresa? Que después de disfrutarlo, nuestro amigo Ata Ekse, practicó lo que se denomina Kahve Falı o lectura del futuro en los posos del café.
Pero aunque parezca sencillo, todo el proceso de preparación del café tiene un toque casi ritual: las cantidades precisas, el tiempo preciso, los ingredientes precisos. Y aunque no lo creáis, en una casa coimbrinha, lo teníamos todo listo 🙂
¿Qué se necesita para preparar café turco? Ingredientes por persona.
– 3 cucharaditas rasas de azúcar
– 3 cucharaditas muy cargadas de café
– El equivalente en agua mineral de la taza que vamos a usar (llamada fincan)
La preparación ha de seguirse paso por paso como nos explicó Ata:
Primero, el azúcar. El instrumento para preparar este café se denomina cezve, y es una especie de cazo de cobre con un mango largo y ornamentado.
Ata Ekse, el «experto»
Después, añadimos el café y el agua y ponemos a hervir a fuego muy lento. Se mezclan los ingredientes durante 3 ó 4 segundos y después de deja calentar. Pronto, se retira un poco de la espuma que va a ascender y se vierte en la taza. Para los turcos, según Ata nos explicó, la espuma es muy importante como elemento estético y se tiene muy en cuenta a la hora de juzgar un buen café.
En cuanto empieza a hervir, se retira del fuego y lentamente se deja caer el café en la fincan. Es entonces cuando por fin podemos probar el delicioso café, siempre sujetando la fincan con una sola mano.
Para la posterior lectura de los posos es imprescindible un pequeño plato. La persona cuyo futuro va a ser adivinado (imaginado, comentado, inventado, qué más da) tiene que volcar los posos hacia su propia persona, y después y durante 3 ó 4 segundos, hacer movimientos circulares para que los posos vayan bajando hacia el platillo. Adriana fue nuestro “conejillo de indias”.
Ata nos contó por qué es tan importante la ceremonia del café, y nos puso algunos ejemplos. Para una sociedad tan diferente como es la nuestra, donde las tradiciones ancestrales han caído casi en el olvido y ya no las practica nadie, resulta súper interesante volver la mirada hacia la mentalidad turca. Por ejemplo, en una pareja que va a casarse, es la novia quien debe invitar a los padres del novio y preparar café para ellos. De un simple café puede depender el futuro de un matrimonio, pues de este gesto, al parecer insignificante, derivan grandes símbolos como el trabajo duro en el hogar y el cuidado de la familia.
Además, en Turquía en café se suele tomar para cenar. ¿No os encafeína a todos? ¿Podéis dormir después? Quizá sólo en este mundo estresante y donde el café se ha convertido en una droga de buena mañana se tiene tan clara conciencia de su poder revitalizante. Dormimos a matacaballo entre el primer y el último metro, y el café deja de ser un placer, algo que se disfruta con lentitud y calma, para convertirse en un motor sin el cual no sobrevivimos un día entero. Por eso creo que dependiendo de la cultura los usos sociales de algo tan banal como un café cambian, y lo que para nosotros no representa más ceremonia que la de los cafés de los domingos, para otra serie de culturas pueden convertirse en epicentro de sus tradiciones y costumbres.
Esta sustancia mágica, cuyo nombre precisamente procede del turco qahve, también tiene la capacidad de predecir el futuro. Hay que aclararlo: Ata no es un experto, pero yo creo que cuando se vive de cerca algo así, cuando un fenómeno como la adivinación de los posos pertenece a tu historia desde hace siglos, quizá alguna clarividencia especial se te meta en los genes y viaje contigo. Dejamos descansar los posos hasta que se queden fríos y después nos dedicamos al examen. Yo, no veo nada. O sí: figuras, líneas de tierra, espejismos, fantasías, algo peor que un test de Rorschach. Pero ni las dos mujeres ancianas, ni los amigos de pelo largo, ni el amor, ni el dinero ni la salud que Ata nos descifraba en cada sombra oscura. Pero se trata de creer o de no creer, de saber intimar con los comentarios del “experto” y ver en ellos una profecía o de no tomárselo en serio en absoluto y mirar hacia otro lado.
Yo creo que todo es posible. Quizá si exista la magia después de todo. Al menos con Ata es fácil creer que sí. Y por fin ya tengo una buena razón para ir a Istanbul.