Curso de Literatura y Periodismo de Viajes

Capítulo 4: Ser o no Ser

Bruce Chatwin. Paul Theroux. Ryszard Kapucinski. Javier Reverte. Rebecca West. Mary Kingsley. Paul Bowles. Son solo algunos de los protagonistas de la literatura de viajes de los últimos tiempos. Por no nombrar a Marco Polo, ni a Cristóbal Colón, ni a Herodoto, quizá más cercanos a la pura crónica de viajes que a la literatura. Pero lo que todos tienen en común es que sus historias no proceden de la fantasía de noches sin dormir, si no de la pura experiencia. Son ellos los protagonistas de los viajes que les llevaron alrededor de la Tierra cuando decidieron reinventarse a sí mismos y ponerse a viajar. Suena sencillo. Ponerse a viajar. Pero, ¿lo es?

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Voces dormidas

He de confesar una debilidad: los cuadernos de viaje. Quienes me conocen mínimamente, y han viajado conmigo alrededor del mundo, saben que para mí cada cuaderno es no sólo un montón de páginas que al principio viajan vacías, esperando rellenarse, sino también un compañero más al que cuido y valoro a veces de una forma algo obsesiva. Pero, ¿qué esconden estos cuadernos? ¿De dónde proviene ese impulso casi mágico por relatar cada una de las cosas que nos ocurren cuando viajamos e incluso cuando estamos en casa? Sigue leyendo

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Vidas nómadas

 

desierto de marruecos, merzougaSiempre han existido dos clases de hombres: los que se quedan y los que se van.

Proverbio árabe

Dando un paso al frente: así fue como empezó la cultura de mundo, cómo se puso la primera piedra de las grandes civilizaciones. De repente se enciende una chispa dentro que nos hace querer adentrarnos en el mundo y caminar hacia lo desconocido con la cabeza en alto. El nomadismo no es un concepto nuevo –tan antiguo como el mismo hombre- pero lo que sí es nuevo es sentirlo como con una elección vital.  Algunos de nosotros vivimos atrapados en una inercia social que no nos interesa, donde la cotidianeidad nos parece solo el mundo de los otros, y los usos sociales y la vida futura que se nos presenta por adelantado nos desmotiva profundamente, porque no representa ni en lo más mínimo aquello que esperamos de una vida que es larga, y que es nuestra, y que por ellos estamos obligados a disfrutar y utilizar del modo que más felices nos haga. Y precisamente saliendo al mundo y dejándonos empapar de él, de las minúsculas – y enormemente grandes a la vez- vidas de quienes andan en mismo camino que nosotros, y de la mamma terra, y del aire más limpio o el más negro, y de todo cuanto acontece alrededor, nos parece la única manera para satisfacer una necesidad ancestral: el puro movimiento, el discurrir por el mundo con el fin único de conocer, en toda su amplitud, el cielo y la tierra. No tratamos de huir. Creo que es exactamente lo contrario. Intentamos atrapar la vida.

Estaba buscando información en Mr.Google para escribir este post, y de repente he caído en el blog Movimiento Líquido, donde Raúl Santiago, su autor, ha sentado los principios de le parece la vida nómada, el ideario del viajero integral del presente, que ha logrado superar por fin los anquilosamientos del turismo más simple y superficial, y encuentra en el camino no solo un viaje físico de andadura y días, sino también mental, espiritual, zen, como se le quiera llamar. Un viaje al autoconocimiento.

Os dejo el Manifiesto de Movimiento Líquido. Sentidlo, comprendedlo, disfrutadlo.

  • El viajero líquido toma el movimiento como eje fundamental de su vida creyendo que él es el agua y no el vaso en un ámbito material, social y espiritual.
  • El movimiento líquido es el inicio de una revolución personal desde la propia toma de la conciencia y cambiando la mirada personal por una transpersonal, lo que la convierte en revolución social.
  • El perteneciente al movimiento líquido, viaja con conciencia, despierto y atento a sí mismo y a su alrededor.
  • El viajero líquido es espiritual, minimalista, simplificado y comprometido a la vez. Deja de poseer tantas cosas, tanta información y noticias.
  • El caminante líquido elige para simplificar, quita cosas que estorban para ver con nueva perspectiva. Ordena el espíritu y hace sitio a lo que importa
  • El movimiento líquido, ayuda a saber quiénes somos y qué queremos. Dejamos de ser espíritus confundidos por las cosas inútiles.
  • El nuevo nómada es un ser libre, deja a un lado la ansiedad y las preocupaciones.
  • El movimiento líquido rompe las cadenas del aburrimiento, la tiranía de las facturas y huye de las deudas.
  • El nómada líquido desprecia la vanidad de la trayectoria profesional y sus promesas vacías. Deja de competir.
  • El movimiento líquido trata de hacer pedazos las cadenas del miedo, dice no a la culpa y libera el espíritu.
  • El viajero líquido emprende el camino guiado por el instinto, y no elige el camino fácil.
  • El viajero líquido asume sus acciones siendo consciente de que es él mismo quien mejor decide cómo llevar su vida.
  • El nuevo nómada, cumple el propósito para el que fue creado el ser humano, al igual que el resto de seres animados y no animados del universo.
  • El viajero líquido deja de pensar en el pasado y en el futuro para crear una vida en el presente a través de una atención plena, lo que le permite vivir plenamente.
  • El viajero líquido no camina solo. Al igual que el líquido, posee la propiedad de asociarse libremente a otras gotas que se encuentra por el camino.
  • El viajero líquido se libera de toda negatividad que funciona como propaganda subersiva en su subconsciente creando espacios de belleza internos y externos.
  • El viajero líquido, sabe gestionar sus emociones al igual que la luz es diferente en cada hora del día.

 

M.

 

 

 

 

 

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Una gran biblioteca de literatura de viajes

http://www.viatgeaddictes.com/es/llibres.php

Disfrutadlo 😉

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Capítulo 3. Acercarse a la historia.

Cojo el avión y aterrizo en, qué más da, Kuala Lumpur. Quiero escribir una serie de artículos sobre Malasia, pero cuando llego allí me doy cuenta de que no tengo ni idea de por dónde empezar a buscar. ¿Qué ha pasado?

Quizá sea el mayor error de todos, y cada uno de nosotros- viajeros escritores o simplemente viajeros- lo cometemos constantemente en nuestros viajes. Una de las pocas cosas que he aprendido en los cinco años que llevo inmersa en el mundo del periodismo es la grandísima importancia que tiene la información, llegando incluso a ser uno de los mercados económicos más importante del mundo. Pero pasamos por alto su trascendencia, porque es material intangible, e infravaloramos la información cuando es motor y gasolina de la mayoría de tendencias y efectos globales de la actualidad.

Pero volviendo al Travel Writing. Cada vez que nos ponemos en camino hacia algún lugar, llevamos con nosotros una “maleta mental” que debe ir, en contraposición a nuestra maleta física, lo más llena posible de información. La búsqueda de información que se realiza antes de partir es más importante incluso que la que se pueda llevar a cabo en el terreno, no tanto en experiencia, vivencias e información sensorial, como en otros datos relevantes que pueden ahorrarnos muchos paseos innecesarios, cientos de errores comunes, y sobre todo, y lo que me parece más importante, nos dotan de una extraordinaria capacidad para comprender mejor el lugar a donde vamos, su cultura, sus tradiciones, modelos de vida y otro factores estructurales y coyunturales relevantes para nuestro conocimiento del mundo y construcción de la historia. Primero de todo viajamos para conocer, por ello cuantos más datos hayamos acumulado antes de partir, mejor comprensión del lugar tendremos y más fácil nos resultará bucear en una nueva cultura conforme a sus propias reglas.

Una historia sobre viajes, independientemente del grado de subjetividad que el escritor quiera otorgarle, ha de contener siempre un background en el que se plasme la historia, la religión, la cultura o la política de un lugar, pero también se trata de dibujar el ambiente y recrear las sensaciones que produce pisar una tierra desconocida y otra información relativa a datos útiles como horarios, rutas, alojamiento, etc. Es en todos estos datos en los que fundamentamos nuestro relato y a partir del cual podremos continuar profundizando. Es posible que una visita a cualquier lugar resulte muy productiva y de ella puedan obtenerse varias historias, y es en estas primeras averiguaciones donde surgen las ideas primigenias de un buen artículo. Apúntalas. No dejes que la inspiración se marche sin dejar huellas de tinta.

Algunos recursos para la búsqueda de información inicial:

–        Bibliotecas. Es imprescindible conocer la historia del país, sus costumbres, comportamientos sociales, estructuras políticas y religiosas, etc. Incluso lo anecdótico es fuente de ideas futuras. Haz fotocopias de la información más relevante y no tendrás que cargar con peso de más. O bienvenido al mundo e-book.

–        Literatura escrita sobre el lugar, sus alrededores, o de escritores nativos. A través de sus ojos conocerás cómo piensan sus gentes, qué preocupaciones tienen, cómo se relacionan entre ellos. Otras fuentes de información pueden ser el cine, la pintura o la fotografía. Hay que llenarse de formas de ver el mundo.

–        Guías de viaje en papel y online. También personas físicas que se dediquen al negocio turístico y sean expertos en el país que nos interese.

–        Periódicos y portales de noticias locales. Es importante saber qué está pasando, y saber analizar las consecuencias de la situación presente.

–        Mapas y folletos de agencias de turismo oficiales. Personal que trabaje en estos bureaus turísticos.

–        Gente, gente, gente. Da igual si expatriados, viajeros ocasionales, personal de las embajadas, expertos en un determinado temas que tenga relación, gente en foros, etc. Todos pueden ofrecernos un nuevo ángulo desde el que observar nuestros datos y el país en cuestión.

Todo viaje es un prisma con multitud de aristas y lados, y desde cada uno de ellos se ven las cosas de diferente manera. Cuanta más información se tenga, más integral será nuestra visión de un lugar concreto, y más preparados estaremos para transmitir nuestros conocimientos y experiencias a los demás. Este proceso de toma de contacto con la realidad externa es esencial y no se debe pasar nunca por alto. Así, cuando llegues a, qué sé yo, Kuala Lumpur, sabrás desde el primer momento qué estás buscando y donde lo vas a encontrar.

Adeus!

M.

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Capítulo 2. ¡No lo cuentes, muéstralo!

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Creo que es una regla común para todo escritor, sea del tipo que sea, pero precisamente en Travel Writing (Literatura y periodismo de viajes) es una máxima vital, porque de lo que se trata es precisamente de recrear lo que solamente los sentidos son capaces de captar en la mente de alguien que nunca lo ha visto o ni siquiera imaginado. Los aromas, los colores, las sensaciones más empíricas han de nacer de las palabras, situándose por encima de la figura y voz del escritor, que es sólo quien nos guía por los caminos desconocidos del destino, y de sus propias experiencias. Pero, ¿cómo llegar al “Muéstralo”? ¿Qué técnicas pueden usarse para evitar que un relato de viajes se convierta en una mera entrada de diario, contando simplemente el rodar de un día o lo que escritor piensa sobre ello? Por supuesto, hay mil. Y cada escritor, con su estilo propio, con su modo de levantar una historia desde un papel vacío, conseguirá encontrar muchas más. Pero de momento unos simples apuntes sobre algunas de ellas:

  1. Evitar los “Adjetivos relleno”. Es uno de los errores más comunes de todo escritor y quitarse la manía creo que es tarea de años. Aunque un adjetivo sea bonito, tenga ritmo, quede bien, si no dice nada hay que eliminarlo. ¡A veces lo más duro de escribir no es escribir precisamente, si no borrar todo lo que sobra!
  2. Elegir detalles específicos que den la oportunidad al lector de bosquejar sus propias conclusiones. En vez de formular juicios críticos y pensamientos propios sobre un lugar o cualquier otra cosa, mostrarlo mediante descripciones, hechos y anécdotas. No se trata de hacer demagogia con el lenguaje ni de fomentar la manipulación informativa.
  3. Describir los sentidos: lo que vemos, oímos, degustamos, etc. Utilizar en su justa medida los adjetivos (lo que quiere decir que hay que elegirlos bien).
  4. Describir las acciones. Para conseguirlo, evitar los verbos de estado y utilizar los que muestran movimiento, energía, actividad… Y sobre todo usar la voz activa, en vez de la pasiva. No es lo mismo decir que “montaba a caballo” que decir que “galopaba sobre un caballo”. ¿Ves la diferencia? La segunda frase de verdad muestra el movimiento, se puede casi hasta escuchar el sonido de los cascos sobre el camino y el polvo ascendiendo… J
  5. No anunciar directamente cómo es un lugar, dejar que el lector se introduzca en la escena mediante la descripción y sienta por sí mismo el ambiente. Un ejemplo: ¿Qué muestra más: si digo que llegué a un lugar recóndito o si digo que para llegar allí necesité varias horas de navegar por un lago solitario y caminar por las entrañas de un bosque hasta llegar al refugio?
  6. Recuerda anotar detalles que merezcan  la pena: capturar acentos y gestos, describir personas en una sola palabra, apuntar nombres de calles, señales, frases que te llamen la atención, colores y texturas…todo ello puede formar parte de una historia en el futuro.
  7. Utiliza recursos como comparaciones, relaciones entre pasado y presente o presente y futuro, establecer la talla o proporciones de  lo que se observa para crear imágenes mentales…
  8. Ten cuidado con escribir únicamente pensamientos. Si “En el camino” de Kerouac, funciona el monólogo interior constante, no creo que pase lo mismo en todos los relatos de viajes. Alterna alguna que otra idea personal, sensaciones, sentimientos que viviste con descripción y sobre todo con información. La fórmula perfecta sería= 40% Descripción+ 40% Información+ 20% Referencias personales. Por supuesto no hay que tomarse nada de esto al pie de la letra. En el futuro veremos cómo, dependiendo del tipo de artículo de viajes que queramos escribir, las variables cambian.

Hay un millón de trucos más esperando ser encontrados. Si alguien tiene alguna idea, please, compartidla 😉

Todo con la ayuda de: “Travel Writing. See the world, sell the story” L. Peat O’Neil; y el anteriormente mencionado dossier de Jennifer Stevens.

Auf Wierdersehen!

M.

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Capítulo 1. Introducción.

Debido a la falta de recursos online y bibliografía en español, he decidido mezclar idiomas en esta sección. Se trata expresamente de crear una «guía» o manual de instrucciones para aquellos que, como yo, quieran dedicarse al periodismo de viajes y descubran que lo poco que se escribe sobre ello es en inglés, y que la única manera de hacerse con ello es importando de los States.

No tengo autoridad sobre el tema. He de decirlo. Pero sí me parece que algo sé  y tengo ideas y quiero compartirlo 🙂

1. Qué es el periodismo de viajes vs. literatura de viajes

El periodista y el escritor han tenido desde siempre un objetivo común, la escritura, pero dos miradas distintas que no llegan a complementarse del todo. Por eso el periodista que se convierte en escritor, o viceversa, se encuentra a veces en un limbo en el que raramente es aceptado en plenitud. En mi opinión el caso más ilustrativo es el de Ryszard Kapucinski, periodista y escritor (entre otras muchas cosas) cuyo trabajo ha sido varias veces tildado de mezcla de ficción y realidad. Pero es que la memoria es un proceso creativo en sí mismo. No se puede hablar de verdades absolutas cuando se escribe, porque la voz del narrador (que sobre todo en el Travel Writing, como empezaré a llamar a la materia para no decantarme por literatura o periodismo) tiene que ser fuerte, y eso implica haber experimentado en primera persona lo relatado. Pero no queremos construir un diario de viajes donde solo se haga referencia a lo que el narrador-autor ha vivido. Eso no es crónica de viajes ni compone buen periodismo. Hace falta tener detrás de todas las ideas, anécdotas y situaciones posibles un colchón de seguridad que solamente se consigue con información que cubra todas las vertientes posibles, desde su historia más reciente hasta los rituales religiosos más remotos. No todo va a aparecer en el relato, por supuesto, pero el escritor de viajes ha de conocerlo para poder escribir sobre un lugar.

Por eso para mí la escritura de viajes está también un poco en ese limbo en el que se encuentra el escritor-periodista. No es ficción, pero no es periodismo. Hay relato y hay información, y hay vida, e imágenes muy fuertes, y hay intención de llevar al lector al lugar visitado, a lo que el autor experimenta. No hay una frontera visible entre  lo que es una cosa y es otra, solo gradaciones que van desde el «semi-periodismo turístico» (no es mi intención crear publicidad así que no ahondaré en el tema) a los ensayos de viajes e incluso a lo que puede ser el boceto de un libro de viajes. Entre medias hay miles de grises, de tipos de artículos y reportajes que cubren la quasi-totalidad de la curiosidad humana sobre el mundo alrededor. Y los que nos ocupamos de ellos descubriremos pronto otras mil maneras de acercar esa información que es útil para el  viajero – que viaja- y nuestras propias experiencias en el camino, que serán para el lector-viajero -que lee- una fuente de inspiración y quién sabe, quizá también de viaje mental, espiritual. Y para que alguien pueda sentir algo parecido leyendo un relato de viajes, sea cual sea su tipología (que veremos ampliamente más adelante) existe una regla única que se ha de tener en cuenta desde el principio (incluso antes de haber viajado, y de haber planeado el viaje) hasta el momento último de edición y publicación de lo relatado: ¡No lo cuentes, Muéstralo! No hay nada que sea tan importante como este principio básico del que dependen todos los demás, porque en el Travel Writing hay un solo protagonista: el destino (o el viaje en sí, o sus gentes, o la simbiosis que de todo ello nace) y por ello el escritor debe ser el canal a través del cual el lector se traslade desde el origen a lugares lejanos. Y tiene que sentirse allí, notar el picor del sol sobre la piel, el aroma a coco, el tacto de la piedra de los templos, el traqueteo del tren serpenteando.

Según Jennifer Stevens en “The best Job in the World: A quick start guide to becoming a professional travel writer”, solo las siguientes cosas son necesarias para llegar a ser travel writer:

–        El deseo de conseguirlo, de llegar al éxito.

–        Interés en conocer nuevos lugares y personas, de hacer inmersión en culturas desconocidas.

–        La habilidad para saber cómo mostrar  a los demás tus ideas a través de las palabras.

–        La capacidad de observación.

–        La disposición a investigar y encontrar contenido e información en cualquier parte.

–        Tener claras las ideas y aferrarse a ellas. Ser obstinado (opinionated).

Fácil, ¿ no?

Hablaré más de esta  primera y gran regla en el futuro. Por cierto, dispongo del libro de Stevens online si a alguien le interesa. En inglés, of course.

Au revoir!

Marina

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